Analizamos en una mini-serie de tres entradas el acuerdo de París, el COP21.
La actividad humana altera la temperatura media de la Tierra porque introduce gases de efecto invernadero en la atmósfera, fundamentalmente CO2 y metano.
El CO2 es el resultado de la combustión de la materia orgánica
actual o fósil. El metano proviene de las vacas (rumiantes).
Los gases de efecto invernadero actúan como una manta sobre la
Tierra, la abrigan porque dificultan que la energía del Sol vuelva al espacio.
Notas:
El calor generado por la actividad humana o los volcanes o
agua termal, es insignificante, así que
sólo importa el calor del Sol con su variabilidad.
Las centrales nucleares son limpias en relación al CO2 y sus
inconvenientes surgen de la peligrosidad y la no sostenibilidad.
Las centrales hidroeléctricas son limpias en relación al CO2 y
sus inconvenientes derivan de la importancia de la alteración del medio que
representa su construcción.
Los volcanes no son actividad humana pero pueden emitir gran
cantidad de CO2.
Actividades humanas que afectan directamente al calentamiento
global (es decir, el problema):
- La quema de combustibles fósiles (carbón, gas y derivados del petróleo) libera CO2 y son el problema principal. Se consumen fundamentalmente en transporte, calefacción, centrales eléctricas.
- La quema de bosques y selva tiene dos efectos, lanzan a la atmósfera grandes cantidades de CO2 y eliminan un sumidero (captador) fundamental.
- El ganado (los rumiantes, las vacas concretamente) producen metano, mucho peor que el CO2 (30 veces peor).
Resultado de esta actividad, se han disparado otros mecanismos
que aceleran el calentamiento y para los cuales ya hemos llegado tarde. Por
ejemplo:
- Al desaparecer el hielo blanco afloran tierras o mares oscuros. El mar absorbe y traslada eficazmente el calor aumentando el deshielo. En tierra, los glaciares se lubrifican y se deshielan mucho más rápido.
- La tundra del ártico se deshiela y está liberando grandes cantidades de metano a la atmósfera.
Estos dos mecanismos aceleran el calentamiento, aunque la
concentración de gases ya no variase más.
Aparte debemos prever otros efectos como la subida del nivel
del mar, la acidificación de los océanos (por el CO2 disuelto) o la expansión
de los insectos y plagas que se activarán por los inviernos cálidos.
La Antártida tiene encima una capa de hielo de varios
kilómetros de espesor que no deberían derretirse, aunque los glaciares están fluyendo más rápido y los icebergs sean cada vez mayores.
Por consiguiente, la idea de ir preparando un fondo económico para aumentar la capacidad de
supervivencia frente a los desastres que vienen es correcta, pero no aborda el problema.
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