Continuando con las entradas anteriores
Una manera de comprender mejor las transformaciones de Lorentz
es llevarlas al límite. Analicemos de qué forma un experimentador mide un
objeto que se desplaza a la velocidad de la luz.
El objeto se desplaza durante un segundo desde el origen. Sus nuevas coordenadas son:
- x = c por el enunciado.
- El ángulo entre el sistema de referencia del observador y el del objeto es de 90 grados. ¡Las respectivas flechas del tiempo son perpendiculares!
- La proyección de la longitud del objeto sobre el espacio del observador en la dirección del movimiento es cero, un punto (l = 0).
- El observador sólo ve una proyección estática del objeto, un instante (t = 0).
- El experimentador no puede acelerar el objeto porque los espacios son ortogonales. La masa es infinita.
Supongamos que un experimentador está detrás de un tren sobre una vía. El experimentador empuja y acelera el tren en la dirección de la vía. Pero a medida que el tren acelera, la vía del tren gira en relación a la vía del experimentador. El resultado es que el experimentador acaba empujando el tren de costado, o lo que es lo mismo, la masa del tren aumenta con la velocidad. En el límite, a la velocidad de la luz, las vías son perpendiculares y el experimentador no puede acelerar más el tren.
Efecto de la rotación de los sistemas de referencia por el movimiento |
El incremento de la masa con la velocidad no es el resultado
de una transformación del objeto en movimiento sino la expresión del aumento de
la dificultad del observador para acelerarlo.
De la misma forma, la alteración de la longitud y el tiempo son la
consecuencia de la rotación espacio-temporal de los sistemas de referencia, que impone un límite a lo que un experimentador puede medir, pero no define ningún límite a la 'realidad' sino a su medición.
Dos corolarios:
El límite de la velocidad de la luz es una limitación del observador, igual que el principio de incertidumbre o la superposición de estados.
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